Amarse a uno mismo

La autovaloración, es como la base para poder estar bien  en todos los aspectos de nuestras vidas.
Mucho se habla hoy  de las distintas enfermedades causadas por el poder de la mente como son el estrés, la depresión,  los ataques de pánicos, la  ansiedad,  los ataques de ira, los miedos, etc. Por eso, nos preguntamos ¿Cómo es posible que estos síntomas aparezcan en las personas y no puedan desprenderse de ellos? ¿Cómo es posible que los seres humanos internalizamos estas enfermedades como algo cotidiano? ¿Cómo es posible que la única cura, aparente, esté siempre en las manos de otras personas?
Nosotros, entregamos todo nuestro poder de supervivencia al otro.  Nosotros, pasamos a depender de la mirada de ese otro que nos construye. Nosotros,  creemos que el poder de nuestra existencia, proviene del otro…. lo único que refleja en nosotros es el espejo de lo que  queremos ver y, de ese modo, empezamos a vivir sintiendo la  necesidad de ser flacos, agradables,  lindos, independientes,  de cumplir con todos los mandatos sociales (de obedecer a nuestros padres hasta cierta edad, de revelarnos contra ellos en la adolescencia, de encontrar una pareja, de mudarnos / casarnos, de tener hijos,  de tener un trabajo de 8 horas en una oficina, de vivir como se supone tenemos que vivir) y todo esto a cualquier costo, sin importar si la pareja que tenemos no nos hace feliz o no es lo que nosotros deseamos para nuestra vida; si el trabajo que tenemos no es el ideal; si el lugar en el que estamos no es donde queremos estar. Porque lo que importa es que los demás vean lo supuestamente felices que somos, lo bien que estamos acá.
Y es ahí, justo en ese momento, donde nuestra cabeza estalla, donde aparecen los miedos y las enfermedades porque hay una parte nuestra que desde muy muy muy adentro nos grita desesperada que nada de eso nos gusta. Que nada de eso nos hace verdaderamente feliz. Que todo es parte de un entramado social que nos exige que hagamos todo esto…. Pero nosotros ignoramos esa voz y nos disponemos a seguir, pese a todo.
¿Hasta qué punto estás dispuesto a seguir? Hay personas que logran vivir así, oprimidas por sus pensamientos, el resto de sus vidas; dejando atrás amigos, familia, personas, situaciones, creencias, nuevos caminos, nuevas aventuras, nuevas enseñanzas, con tal de cumplir con lo que se supone debemos cumplir. Hay seres humanos  que dejan su vida, sin saber lo que  bien que se siente autovalorarse, aceptarse, respetarse y amarse a sí mismo.
Por eso, a todas las personas que están leyendo esto, las invito a que se tomen unos minutos con ustedes mismos, que se midan con la conciencia  abierta (que es la única vara que no miente) y se pregunten ¿Estoy donde quiero estar? Y que se animen a romper cadenas, a romper mandatos, a sentirse libres. Solo nosotros mismos somos capaces de poder cambiar eso que no nos deja dormir; de poder irnos de ese lugar sin sentir que retrocedimos; de aprender a vivir con lo que nos hace feliz. Sólo nosotros mismos somos capaces de cambiar de trabajo (o de puesto, o de actitud frente al mismo), de decirle NO a la sociedad, de viajar solos, de dejar todo por irnos a vivir solos, por experimentar el mayor amor que uno debe sentir, para poder estar bien con el resto de la humanidad, que es el amor a uno mismo.
¿Te animas a romper tus propios mandatos por regalarte la dicha de sentir felicidad plena?  ¿Te animas a disfrutar de las pequeñas cosas? ¿Te animas a empezar hacer las cosas que te gustan?
Yo, si!.

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