VOS SEGUÍ

Vos seguí, caminá tranquila y a la vez expectante. No te frenes para mirar atrás. Caminá, mirate los pies detenidamente si es necesario, que si pisan firme es porque estás viva. Seguí caminando que este dolor se va a volver sabiduría, y es el costo de descubrir que la vida vale mucho más cuando la vivimos sin sobrevivir, solamente viviendo por querer hacerlo, por querer amarla, por querer arriesgarnos a lo incierto, mientras algunos no tienen la templanza y se refugian en la comodidad, mueren y viven en la cobardía, encerrados en sus cavernas. No sienten porque no saben que pueden sentir. No resisten porque ignoran a qué resistir, y caminan en una mentira que todos los días les cuenta el mismo cuento de fantasía, siempre en los mismos aburridos lugares.
Pero vos seguí, seguí caminando, que no te frenen los dedos que señalan, ni las miradas que miran de reojo, ni las palabras que gritan sin decirte nada ni los que abrazan sin tocar ni un poco las almas. Seguí, que ya no hace falta combatir lo malo y desperdiciar energía ahí, sino que alcanza con multiplicar lo bueno, porque esas cosas que no se tocan son las que desbordan de placer las almas y cambian el mundo.
No te quedes en el costado, caminá, que sin dolor no habría anécdotas, ni experiencia, ni aprendizaje ni podría transformarse en sonrisa. No te quedes imaginando mientras la vida pasa, anímate a llegar a las verdades no sólo con la razón sino también con el corazón, porque hay algunas que solamente así se pueden sentir y entender. Viví a flor de piel, no te entregues de a mitades, no esperes el momento perfecto para accionar, no te quedes en la mitad por el miedo a perder. O te llevas todo o no te llevas nada, porque el que no arriesga es un flojito que no se animó a conocer la adrenalina de vivir de extremo a extremo.
Vos caminá, haceme caso, perdete en palabras ajenas que estallan nuestros sentidos sin hablar, seguí sintiendo el viento, que algunos sólo se atreven a sentirlo cuando tienen que curarse las heridas.
 Vos seguí, elegí entregarte al mar y a la fortuna de poder caminar sin cadenas. Quizás así, algún día, tus pasos dejen una huella que obligue a tomar conciencia de la fuerza del amor, y los dormidos uno a uno van a empezar a despertar.

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