Uno vale por lo que es

Cada día me convenzo más de que más vale ser quien soy sin lograr aprobación, que falsedad aplaudida. Y no lo digo porque quede bien, porque parezca que he superado obstáculos mundanos y superficiales que otros todavía no; me gusta ser yo cuando pierdo el miedo. Me gusta cuando yo, cuando algo, cuando la magia o cuando el vino, decide que no vale la pena maquillarse tanto. Me gusta sacar del fondo del vaso y del fondo del alma, las palabras que por cuestiones que en este momento no sé explicar bien, se esconden hasta de sí mismas.
Quiénes seríamos si fuéramos, lisa y llanamente, las personas que nos destinó la vida a ser. Quiénes seríamos si nos dejáramos de boludeces y de fajas innecesarias. Quiénes seríamos si algo externo, interno o de la índole que fuera, nos obligara a salir sin filtros y decir: esto soy yo, tómalo o déjalo. Y quiénes seríamos si descubriéramos que quienes optaron por el
«déjalo» nos hicieron, al fin, un gran favor.

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