Todavía
Todavía quedan personas como vos. Como yo. Todavía quedan. Están escondidas entre la gente, y a veces a simple vista no lo hacen notar, a veces hay que tomarse el tiempo de descubrirlas, de que nos confíen su humanidad. Todavía hay. Muchas. Están en cada lugar al que vas.
Todavía quedan personas como vos y como yo. Todavía existen personas que se emocionan con una noticia. Que lloran leyendo un libro. Que sonríen solas por la calle, por el recuerdo que les trae una canción o una persona. Todavía hay personas a las cuales se les pone la piel de gallina cuando escuchan una noticia emocionante, personas con empatía hacia los demás, que se ponen felices de corazón por los logros ajenos, que llenan sus ojos de lágrimas ante el dolor ajeno. Todavía te juro que sí.
Personas que dan todo de sí para ayudar aunque sea en lo más mínimo a quién necesita. Personas que prestan su mano cuando otro se está hundiendo. Personas sensibles, de esas a las que podés lastimar con una sola palabra, porque su corazón es puro, y no puede procesar ni entender la maldad, y podés hacer reir durante horas con un solo chiste, porque saben ser felices, porque quieren serlo. Personas sensibles y fuertes a la vez. Todavía hay.
Personas que no buscan lastimar, y siempre están preocupadas por conocer bien el límite entre sinceridad y maldad. Personas que quieren hacer sentir al resto cómodo, querido, entendido. Personas que ven el potencial en los demás, y los apoyan y alientan para superarse cada día. Todavía quedan. Personas que defienden a los que quieren contra todo y contra todos. Personas que no toleran la injusticia. Que no soportan la hipocresía. Personas que no quieren encajar donde no les interesa pertenecer. Que no mienten mirando a los ojos de quién una vez juraron querer. Que respetan a los demás. Que no degradan a nadie porque no juzgan a nadie. Que no disfrutan de tocar heridas ni generar sufrimiento. Que no saben desear el mal. Todavía existen.
Personas que no buscan caerle bien a todo el mundo sino ser quienes son, y que el mundo se adapte y acepte eso. Personas que tienen proyectos. Que quieren ser alguien. Que piensan, y sienten. Personas que saben bien lo que quieren, y sobre todo lo que no. Todavía existen personas que tienen metas que cumplir, sueños que realizar. Con una mentalidad adulta. Personas que no se dejan pisar. Que no se dejan ningunear. Personas con valores. Todavía hay.
Personas que nunca buscan dañar. Personas que respetan, y también se hacen respetar. Personas que no juegan con los sentimientos de los demás. Que son honestas sin lastimar, y que si hay un problema, lo buscan solucionar. Personas que dejan el orgullo de lado cuando se trata de quién quieren, y saben jugarsela cuando se trata de amar. Personas sin miedos absurdos o límites impuestos. Personas con el corazón al alcance de todos, porque se dejan querer, se dejan amar.
Todavía hay. Personas que muchas veces salen lastimadas, porque el mundo parece un lugar muy jodido para alguien puro, real, bondadoso. Pero no dejan de ser personas, como vos, y como yo. De esas que están escondidas entre la multitud.
Y en un mundo con tanta pero tanta gente, es un milagro que hay que agradecer y saber aprovechar, el tropezarse casualmente con, aunque sea, una persona. Buscalas. Te juro que las hay.
Todavía quedan personas como vos y como yo. Todavía existen personas que se emocionan con una noticia. Que lloran leyendo un libro. Que sonríen solas por la calle, por el recuerdo que les trae una canción o una persona. Todavía hay personas a las cuales se les pone la piel de gallina cuando escuchan una noticia emocionante, personas con empatía hacia los demás, que se ponen felices de corazón por los logros ajenos, que llenan sus ojos de lágrimas ante el dolor ajeno. Todavía te juro que sí.
Personas que dan todo de sí para ayudar aunque sea en lo más mínimo a quién necesita. Personas que prestan su mano cuando otro se está hundiendo. Personas sensibles, de esas a las que podés lastimar con una sola palabra, porque su corazón es puro, y no puede procesar ni entender la maldad, y podés hacer reir durante horas con un solo chiste, porque saben ser felices, porque quieren serlo. Personas sensibles y fuertes a la vez. Todavía hay.
Personas que no buscan lastimar, y siempre están preocupadas por conocer bien el límite entre sinceridad y maldad. Personas que quieren hacer sentir al resto cómodo, querido, entendido. Personas que ven el potencial en los demás, y los apoyan y alientan para superarse cada día. Todavía quedan. Personas que defienden a los que quieren contra todo y contra todos. Personas que no toleran la injusticia. Que no soportan la hipocresía. Personas que no quieren encajar donde no les interesa pertenecer. Que no mienten mirando a los ojos de quién una vez juraron querer. Que respetan a los demás. Que no degradan a nadie porque no juzgan a nadie. Que no disfrutan de tocar heridas ni generar sufrimiento. Que no saben desear el mal. Todavía existen.
Personas que no buscan caerle bien a todo el mundo sino ser quienes son, y que el mundo se adapte y acepte eso. Personas que tienen proyectos. Que quieren ser alguien. Que piensan, y sienten. Personas que saben bien lo que quieren, y sobre todo lo que no. Todavía existen personas que tienen metas que cumplir, sueños que realizar. Con una mentalidad adulta. Personas que no se dejan pisar. Que no se dejan ningunear. Personas con valores. Todavía hay.
Personas que nunca buscan dañar. Personas que respetan, y también se hacen respetar. Personas que no juegan con los sentimientos de los demás. Que son honestas sin lastimar, y que si hay un problema, lo buscan solucionar. Personas que dejan el orgullo de lado cuando se trata de quién quieren, y saben jugarsela cuando se trata de amar. Personas sin miedos absurdos o límites impuestos. Personas con el corazón al alcance de todos, porque se dejan querer, se dejan amar.
Todavía hay. Personas que muchas veces salen lastimadas, porque el mundo parece un lugar muy jodido para alguien puro, real, bondadoso. Pero no dejan de ser personas, como vos, y como yo. De esas que están escondidas entre la multitud.
Y en un mundo con tanta pero tanta gente, es un milagro que hay que agradecer y saber aprovechar, el tropezarse casualmente con, aunque sea, una persona. Buscalas. Te juro que las hay.
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