Todo pasa, todo sigue..

A veces la vida te pone frente a situaciones que nunca viste venir. O quizás sí, pero nadie está preparado para lo que va a sentir cuando las cosas efectivamente pasen. A veces pensás que es el fin del mundo, que no vas a salir más adelante. Hablo de esos días en los que tu cielo se nubla, y nada pero nada, te hace pensar que el clima va a estar mejor.
A veces te limitas a una línea de pensamiento: ''No puedo'', ''No valgo'', ''No sé''. Son esos días en los que todos parecen ser mejor que vos. Esos momentos en los que cualquiera parece estar mejor que vos.
A veces crees que nadie te ayuda, y en realidad, y aunque no lo veas, sos vos el que no querés ser ayudado. Decidiste estar bien estando mal. Te dejaste ganar por tu inseguridad y por los miedos que vos mismo te creaste. Porque aunque parezca mentira, a veces nos da miedo estar bien.
¿Miedo de estar bien? ¿Cómo alguien puede tener miedo de estar bien? ¿Como uno mismo puede ser artífice de su propia infelicidad?
Cuando te decís que vos sos menos que los demás.
Cuando te gritás que vos no podés salir de una situación complicada en la que te ves metido.
Cuando te repetís una y otra vez en tu cabeza que la suerte es algo que le pasa al resto.
Cuando crees que merecés estar mal, y que no hay forma de cambiar tu realidad.
Cuando pensás que el dolor va a ser eterno.
En ese momento, te dejaste ganar. Te dejaste ganar por tus propios pensamientos.
Así que si hoy lees esto y sentís que te dejaste ganar, anda, mirate al espejo, y pedite perdón. Pedite perdón por haber sido tu único enemigo. Pedite perdón por haber sido capaz de pensar que la felicidad no era para vos. Pedite perdón por las barreras que le pusiste a la gente que te quería. Pedite perdón por no haber confiado en vos.
Y te juro que el día en que te perdones, te vas a agradecer para siempre. Porque el día en que te mires a los ojos y te arrepientas de corazón por el maltrato que vos mismo te hiciste todo este tiempo, ese día vas a entender que todo el tiempo pudiste con todo.

Solo que te habías repetido tantas veces que no, que lo habías convertido en tu realidad.

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